Más de 50 años lleva Aldeas Infantiles SOS Chile acompañando a niños y niñas que están en riesgo y fueron privados de su medio familiar . Por lo mismo, la organización ha sido testigo de las transformaciones que ha ido presentando la sociedad a lo largo del tiempo. Una de ellas tiene que ver con el cambio en el rol de la figura femenina, ya que, a diferencia del siglo pasado, las responsabilidades y tareas del hogar ya no son solo trabajo de las mujeres.
Por esta razón, Aldeas Infantiles ha apostado por incorporar dentro de sus equipos a cuidadores varones. La organización cuenta con una política de género y además, adhiere a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para eliminar las brechas de género, porque es de suma relevancia avanzar hacia una sociedad equitativa que le brinde las mismas oportunidades tanto a niños, como niñas, sin distinciones entre hombres o mujeres. A lo largo de los 17 Programas que hay en el país, casi un 20% de cuidadores son varones.
Dentro de sus tareas, está el acompañamiento y cuidado de los niños y niñas que viven temporalmente en las Aldeas, así como también el desarrollo de labores domésticas. Para ello, cuenta con el apoyo de una tía/tío y de un dupla psicosocial compuesta por un psicólogo y trabajador social que le acompañan en su rol de crianza y formación.
Gonzalo Rivera (40) es parte de este porcentaje de cuidadores y lleva casi dos años colaborando en la Aldea Ñuñohue, Santiago. Su gran desempeño en el trabajo lo llevaron a recibir el premio a la excelencia 2022, reconocimiento a su labor diaria como cuidador preferente.
Gonzalo, que es profesor de educación física de profesión, llegó el 2020 a Aldeas Infantiles motivado por su vocación de servicio. Recuerda que el primer día que conoció la organización “quedó encantado”, ya que se dio cuenta de que podía realizar “un aporte muy potente con los niños que viven en la Aldea, incluso más que en las salas de clases de los colegios”, comenta.
Aprovechando sus conocimientos pedagógicos, el cuidador también realiza constantes salidas a terreno con los jóvenes, motivándolos con talleres deportivos y buscando siempre las oportunidades para que los niños, niñas y adolescentes tengan diversos espacios de distensión.
Gonzalo, recuerda que cuando llegó a trabajar con los niños, fue un quiebre para ellos que un hombre asumiera ese rol, ya que, mayoritariamente, este trabajo había sido liderado por mujeres. Por lo mismo, valora de forma muy positiva que actualmente se incluyan a varones en el trabajo de cuidado.
“Para los niños era raro, porque estaban acostumbrados a solo tener tías, pero se adaptaron super bien. Se generan otro tipo de conversaciones, confianza y, además, ayuda a que cambie el paradigma de la imagen masculina (…) Es normalizar que los hombres también deben cumplir con tareas del hogar, y es importante que ellos vean eso”, dice.
Concuerda en su opinión Enrique Silva (58), cuidador que lleva trabajando casi tres años en la Aldea Quilpué, y en su propia experiencia, ha visto el incremento de cuidadores varones durante el último tiempo.
“Es algo extremadamente positivo. Al llegar los hombres, se ve que las dos partes -mujeres y hombres- pueden funcionar perfectamente en el trabajo de cuidado. Los roles se van equilibrando, y los niños reciben este cambio de forma muy positiva”, dice.
Para Enrique, el trabajo diario que realizan las y los cuidadores es de suma importancia para el desarrollo de los niños. “Nos apoyamos entre tías y tíos para acompañarlos y darles las mejores herramientas para que puedan salir adelante. Somos un equipo y nos complementamos perfectamente”.
Luego de toda una vida trabajando en el área de la electricidad industrial -que es su profesión-, Enrique considera que, a sus 58 años, encontró su vocación social. “Tengo la suerte de trabajar en algo que me encanta. Acompañando a los niños diariamente en sus procesos, uno aporta su granito de arena en la sociedad. La labor de las Aldeas es muy poderosa, espero seguir aquí para ver crecer cada vez más a la organización”, dice.
Lo mismo cree Gonzalo, que, a casi dos años dentro de la organización, espera “seguir siendo un aporte para que niños y niñas puedan salir adelante con las herramientas necesarias para su vida independiente, acompañados por cuidadores y cuidadoras, sin distinciones de género”, señala.